EL DIOS QUE YO CONOZCO

39.00. Los cuatro evangelios

La Inspiración ha suministrado cuatro relatos, que dependen en cierta medida uno del otro, de la vida y las enseñanzas de nuestro Señor Jesús. Cada uno de los cuatro Evangelios tiene sus propias características distintivas; cada uno destaca algunos aspectos de la vida y las enseñanzas de Jesús; cada uno hace una contribución original al conjunto del relato evangélico. Además, cada relato indudablemente fue escrito teniendo en cuenta un propósito específico que determinó la distribución de su material, distribución que a veces es cronológica y otras, temática. (Ver "Crítica de las fuentes de los Evangelios sinópticos"; "En busca de una solución para el problema sinóptico" en el blog Criticismo Bíblico).

Para captar un cuadro completo del relato evangélico es necesario combinar las cuatro narraciones, convirtiéndolas en una crónica unificada y cronológica. El orden en que se presentan los acontecimientos, y que hace posible combinar exactamente dichos relatos, se llama "Armonía de los Evangelios".

Menos de cincuenta años después de la fecha cuando se sabe que los cuatro Evangelios ya circulaban juntos poco después de 125 d. C., Taciano combinó los cuatro relatos en uno llamado Diatesarón [o Diatessaron] (c. 170 d. C.). Desde la aparición de esta primera "Armonía de los Evangelios" se ha intentado muchas veces poner en orden cronológico los sucesos de la vida de nuestro Señor.

Aunque existe concordancia entre los cuatro relatos evangélicos, y aunque los cuatro tienen mucho en común, hay por lo menos tres problemas cronológicos que demandan solución. Estos problemas se deben en gran medida al hecho de que cada Evangelio registra ciertos sucesos que no se relatan en los otros, y también a que los mismos hechos que se registran en más de un Evangelio no siempre aparecen en el mismo orden.

Estos tres problemas principales son:

(1) Cómo determinar la duración del ministerio de Jesús.

(2) Cómo coordinar su ministerio en Judea -registrado únicamente por Juan- con su ministerio en Galilea según los sinópticos (nombre que generalmente se da a los tres primeros Evangelios: Mateo, Marcos y Lucas).

(3) Cómo correlacionar los sucesos de su ministerio en Perea relatado sólo por Lucas, con otros acontecimientos del mismo período registrados por los escritores de los otros Evangelios.

Debido a las diferencias de opiniones en cuanto a la forma de correlacionar el Evangelio de Juan con los sinópticos, algunas armonías de los Evangelios omiten a Juan.

Las principales armonías griegas son las de Burton y Goodspeed (A Harmony of the Synoptic Gospels in Greek) y la de Albert Huck (Synopsis of the First Three Gospels, reimpresa en 1949). La armonía editada por Kurt Aland y publicada por las Sociedades Bíblicas Unidas es probablemente la mejor. Su original está en griego.

La edición más asequible es Synopsis of the Four Gospels, 6.a edición, totalmente revisada en 1983. La obra New Gospel Parallels, editada por Robert Funk y publicada por Fortress Press en 1985 es excelente. El primer tomo contiene la armonía de los sinópticos; el segundo tomo relaciona a Juan con los sinópticos.

En castellano se ha publicado la obra Una armonía de los cuatro Evangelios que fue escrita originalmente en inglés por A. T. Robertson, y traducida y arreglada por F. W. Patterson y Arturo Parajón D. Las notas del Apéndice, que añaden valor a esta obra, fueron traducidas por el Prof. Ildefonso Villarello. Fue editada por la Casa Bautista de Publicaciones en 1971, y consta de 259 páginas.

Cada uno de los cuatro Evangelios, según lo ya dicho, contribuye en algo particular al relato evangélico, y de ese modo a la armonía de los Evangelios. El debido conocimiento de las características peculiares de los Evangelios no sólo los hace individualmente más inteligibles y significativos, sino que contribuye a una comprensión más plena y al mejor aprecio del relato evangélico en su conjunto.

38.09. APOCALIPSIS - Bosquejo

I. PRÓLOGO, 1: 1-3.


II. LAS CARTAS A LAS SIETE IGLESIAS, 1: 4 a 3: 22.

A. Saludo, 1: 4-8.
B. Introducción: la visión de Cristo, 1: 9-20.
C. A Efeso, 2: 1-7.
D. A Esmirna, 2: 8-11.
E. A Pérgamo, 2: 12-17.
F. A Tiatira, 2: 18-29.
G. A Sardis, 3: 1-6.
H. A Filadelfia, 3: 7-13.
I. A Laodicea, 3: 14-22.


III. EL TRONO DE DIOS Y EL LIBRO DE LOS SIETE SELLOS, 4: 1 a 8: 1.

A. El trono celestial, 4: 1-11.

B. El triunfo del Cordero, 5: 1-14.

C. Los primeros seis sellos, 6: 1-17.

1. El primer sello: el caballo blanco, 6: 1-2.
2. El segundo sello: el caballo bermejo, 6: 3-4.
3. El tercer sello: el caballo negro, 6: 5-6.
4. El cuarto sello: el caballo amarillo (pálido), 6: 7-8.
5. El quinto sello: el clamor de los mártires, 6: 9-11.
6. El sexto sello: el día de la ira de Dios, 6: 12-17.

D. El sellamiento de los 144.000, 7: 1-8.

E. La gran multitud, 7: 9-11.

F. El séptimo sello: finaliza el conflicto, 8: 1.


IV. LOS JUICIOS DE DIOS: LAS SIETE TROMPETAS, 8: 2 a 11: 19.

A. Introducción, 8: 2-6.

B. Las primeras seis trompetas, 8: 7 a 9: 21.

1. La primera trompeta: fuego, granizo y sangre, 8: 7.
2. La segunda trompeta: la montaña que arde, 8: 8-9.
3. La tercera trompeta: la estrella que cae, 8: 10-11.
4. La cuarta trompeta: son heridos el sol, la luna y lasestrellas, 8: 12-13.
5. La quinta trompeta: langosta, 9: 1-12.
6. La sexta trompeta: los ángeles del Eufrates, 9: 13-21.

C. El ángel con el librillo, 10: 1-11.

D. Medición del templo, 11: 1-2.

E. Los dos testigos, 11: 3-14.

F. La séptima trompeta: el triunfo de Dios, 11: 15-19.


V. LA FASE FINAL DEL GRAN CONFLICTO, 12: 1 a 20: 15.

A. Satanás hace guerra contra el pueblo remanente, 12: 1 a 13: 14.

1. Desarrollo del conflicto, 12: 1-16.
2. Satanás declara la guerra, 12: 17.
3. El papel de la bestia semejante a un leopardo, 13: 1-10.
4. El papel de la bestia de dos cuernos, 13: 11-14.

B. Principios en juego en el último conflicto, 13: 15 a 14: 20.

1. El ultimátum de Satanás al pueblo de Dios: la imagen y la marca de la bestia, 13: 15-18
2. El triunfo de los 144.000 sobre la bestia, su imagen y sumarca, 14: 1-5.
3. El ultimátum de Dios a los habitantes de la tierra: los mensajes de los tres ángeles, 14: 6-12.
4. Derrota de los que rechazan la exhortación final de Dios, 14: 13-20.

C. Las siete últimas plagas: castigos divinos sobre los impíos, 15: 1 a 17: 18.
1. Una afirmación de la justicia divina, 15: 1-4.
2. Preparación para la ira de Dios, 15: 5 a 16: 1.
3. Las siete últimas plagas, 16: 2-21.
4. Enjuiciamiento de Babilonia la grande, 17: 1-18.

D. Exterminación del mal, 18: 1 a 20: 15.
1. Afirmación de la misericordia divina: una exhortación final a salir de Babilonia, 18: 1-4.
2. El fin de la oposición religiosa organizada: la desolación de Babilonia, 18: 5-24.
3. La coronación de Cristo como Rey de reyes, 19: 1-10.
4. La segunda venida de Cristo y su triunfo sobre esta tierra, 19: 11-21.
5. El milenio: exterminación del pecado y los pecadores, 20: 1-15.


VI. LA TIERRA NUEVA Y SUS MORADORES, 21: 1 a 22: 5.

A. La nueva Jerusalén, 21: 1-27.

B. El río y el árbol de vida, 22: 1-2.

C. El reino eterno de los santos, 22: 3-5.


VII. EPÍLOGO: ADMONICIÓN E INVITACIÓN, 22: 6-21.

A. Recepción del libro y su mensaje, 22: 6-10.

B. Una exhortación a estar listos para la venida de Cristo, 22: 11-21.

38.08. APOCALIPSIS - Tema - II

El Apocalipsis tiene cuatro divisiones principales o líneas proféticas:

(1) las siete iglesias, cap. 1-3;
(2) los siete sellos, cap. 4 a 8: 1;
(3) las siete trompetas, cap. 8: 2 a 11 y
(4) los sucesos finales del gran conflicto, cap. 12-22.

Si se tiene en cuenta que el lenguaje del libro es a menudo sumamente figurado, es esencial descubrir la intención y el propósito de su autor inspirado y el significado de la obra para los lectores a quienes originalmente se dirigía. De otro modo, la interpretación de sus figuras -y por lo tanto de su mensaje- puede reflejar una simple opinión personal.

Los primeros lectores eran cristianos que hablaban griego, y quienes, ya fueran judíos o gentiles, consideraban los escritos del canon del AT como la Palabra inspirada de Dios y estaban dispuestos a interpretar la nueva revelación en estrecha relación con la antigua. Por lo tanto, las siguientes observaciones y principios serán de utilidad para una correcta interpretación del Apocalipsis.

En el Apocalipsis se encuentran y terminan todos los libros de la Biblia, y es, en un sentido especial, el complemento del libro de Daniel. Mucho de lo que estaba sellado en el libro de Daniel (Daniel 12: 4) es revelado en el libro del Apocalipsis, y los dos deben estudiarse juntos.

El Apocalipsis contiene citas o alusiones de 28 de los 39 libros del AT. De acuerdo con un erudito hay 505 citas y alusiones tales, de las cuales unas 325 son de los libros proféticos: Isaías, Jeremías, Ezequiel, y Daniel en particular. De los profetas menores son más comunes las referencias a Zacarías, Joel, Amós y Oseas. De los libros del Pentateuco se hace uso especialmente de Éxodo. De las secciones poéticas se emplea Salmos.

Algunos también encuentran ecos de los siguientes libros del NT: Mateo, Lucas, 1 y 2 Corintios, Efesios, Colosenses y 1 Tesalonicenses. Un examen de las citas y alusiones revela que él traducía directamente del AT hebreo, aunque a veces bajo la influencia de la LXX o una versión griega posterior.

Una comprensión clara de estas citas y alusiones en su marco histórico en el AT, es el primer paso para la comprensión de los pasajes donde aparecen en el Apocalipsis. Entonces puede estudiarse el contexto en que las usa Juan para descubrir el significado que él les da. Esto se aplica particularmente a los nombres de personas y lugares, y a cosas, hechos y sucesos. Como muchos de los símbolos del libro del Apocalipsis ya eran conocidos en la literatura apocalíptico judía, esa literatura a veces ayuda a aclarar el significado de esos símbolos.

Los que están familiarizados con la historia romana de ese tiempo también observarán que el lenguaje de Juan describe a menudo el Imperio Romano y las vicisitudes de la iglesia bajo su dominio. Por lo tanto, un estudio de la historia romana de ese período aclara algunos pasajes que de otra manera serían oscuros. Finalmente debe prestarse atención a las formas de pensamiento y expresión de la época a la luz del fondo cultural de ese tiempo.

Al determinar el significado de las escenas sucesivas que pasaron delante de Juan en visión, conviene recordar que el Apocalipsis fue dado para guiar, consolar y fortalecer a la iglesia no sólo de esa época sino a través de la era cristiana hasta el fin del tiempo. En él fue predicha la historia de la iglesia para el beneficio y vital consejo de los creyentes de los tiempos apostólicos, de los cristianos de las edades futuras y de los que viviesen en los últimos días de la historia de la tierra, a fin de que todos pudiesen tener una comprensión inteligente de los peligros y conflictos que les aguardaban.

38.07. APOCALIPSIS - Tema - I

Desde su mismo comienzo (cap. 1: 1) este libro se anuncia como un apocalipsis o revelación, como un descorrer del velo de los misterios del futuro, que culminan con el triunfo de Jesucristo.

Los escritos apocalípticos habían descollado entre la literatura religiosa judía durante más de dos siglos. En verdad, el primer apocalipsis que se conoce -el libro de Daniel-, apareció en el tiempo del cautiverio babilónico en el siglo VI a. C.

Mediante las guerras de los Macabeos, cuando los judíos recobraron su independencia política 400 años más tarde, crecieron las esperanzas mesiánicas que se enfocaban en el anhelado nuevo reino judío, y apareció un conjunto de literatura apocalíptica que seguía en mayor o menor grado la forma literaria y los símbolos de Daniel.

En el siguiente siglo, cuando la conquista romana deshizo las esperanzas de los judíos de que hubiera un reino mesiánico mediante los asmoneos, las expectativas mesiánicas llegaron a ser aún más intensas al anticipar los judíos a un mesías que venciera a los romanos. Durante el siglo 1 a. C. y el siglo 1 d. C., tales esperanzas continuaron siendo un incentivo para que hubiera más obras apocalípticas. Ver Antigua literatura judía en El Texto Bíblico AT.

Por lo tanto, no hay por qué sorprenderse de que en el NT, escrito mayormente -si no del todo- por judíos y para una iglesia que era mayormente judía en su fondo religioso, Dios colocara un libro de carácter apocalíptico que expone el punto de vista cristiano de los sucesos que llevarían hasta el introducimiento del reino mesiánico. En sus mensajes a los hombres por medio de los profetas, Dios expresa su voluntad en lenguaje humano y en formas literarias con las cuales estaba familiarizada la gente a quien se dirigieron originalmente sus mensajes.

Aunque apocalipsis es en verdad profecía, difiere de otras profecías bíblicas (como las de Isaías, Jeremías, Ezequiel y los profetas menores) en varios aspectos importantes, y estos rasgos distintivos son las características de la literatura apocalíptica. Entre esas características distintivas sobresalen las siguientes:

1. El alcance cósmico de lo apocalíptico. Mientras que la mayoría de las profecías se refieren a los problemas nacionales e internacionales que giran entorno de la historia de Israel y el glorioso futuro que pudo haber sido suyo (ver "El Papel de Israel en la Profecía del Antiguo Testamento" en Los Profetas y las Profecías), lo apocalíptico desempeña su papel en el escenario mayor del universo, y tiene como tema central el gran conflicto entre Dios y Cristo contra Satanás y viceversa.

2. La base de lo apocalíptico en visiones y sueños. El escritor apocalíptico registra los sueños y visiones que recibió mientras estaba "en el Espíritu" (cap. 1: 10. A menudo es arrebatado y llevado a lugares distantes donde contempla escenas de majestad y grandeza que sobrepujan toda descripción que pueda hacerse en lenguaje humano, y allí conversa con ángeles. Aunque también se registran estas experiencias repetidas veces en los otros profetas, son particularmente características de los escritores apocalípticos; en realidad, forman virtualmente todo el contenido de las secciones apocalípticas de Daniel y del Apocalipsis.

3. El uso de alegorías en lo apocalíptico. En términos generales, en la profecía los símbolos son lecciones objetivas concretas de la vida diaria; por ejemplo, el alfarero y la arcilla (Jeremías 18: 1-10), el yugo (Jeremías 27: 2) y el adobe (Ezequiel 4: 1-2). Por otra parte, en la profecía apocalíptica los símbolos empleados son casi siempre seres que nunca se ven en la vida real, como bestias policéfalas, ángeles que vuelan en el cielo y animales que hablan y obran con inteligencia. Los lapsos proféticos, aunque raros en las profecías comunes, se dan generalmente allí en años literales (Jeremías 29: 10), mientras que en Daniel y el Apocalipsis aparecen lapsos proféticos repetidas veces y generalmente deben entenderse de acuerdo con el principio de día por año.

4. La forma literaria de lo apocalíptico. Muchas de las profecías están en forma poética, mientras que la profecía apocalíptica (incluyendo la no canónica) está casi enteramente en prosa, excepto una inserción ocasional de poesía, particularmente de himnos (Apoc. 4: 11; 5: 9-10; 11: 17-18; 15: 3-4;18:2-24; 19: 1-2, 6-8).

Estas consideraciones destacan la regla de que para ser debidamente interpretada la literatura apocalíptica, debe ser entendida en términos de su estructura literaria característica y de su énfasis teológico. El centro de su mensaje es el tema del gran conflicto, que enfoca especialmente el fin catastrófico de este mundo y el establecimiento de otro nuevo. Todo esto se presenta en lenguaje eminentemente simbólico, que no siempre permite una exacta interpretación.

Al hablar de las cosas sobrenaturales, el lenguaje literal es a veces completamente inadecuado para presentar las más primorosas realidades del cielo. El lenguaje figurado apocalíptico es en algunos aspectos semejante al de las parábolas, y deben tomarse las mismas precauciones al interpretar ambos.

El Apocalipsis es una "revelación de Jesucristo" en acción para perfeccionar un pueblo en la tierra a fin de que pueda reflejar su carácter inmaculado, y para guiar a su iglesia a través de las vicisitudes de la historia hacia la realización del propósito eterno de Dios. Aquí, en una forma más completa que en cualquiera otra parte de las Sagradas Escrituras, el velo que oculta lo invisible de lo visible se descorre para revelar detrás, encima y entre la trama y urdimbre de los intereses, las pasiones y el poder de los hombres, los agentes del Ser misericordioso, que ejecutan silenciosa y pacientemente los consejos de la voluntad de Dios.