EL DIOS QUE YO CONOZCO

38.05. APOCALIPSIS - Autor - IV

Las diferencias lingüísticas entre el Evangelio y el Apocalipsis sonsignificativas. Aunque las diferencias de tema y estilo -que evidentemente existen entre los dos libros- pueden explicar en cierta medida la disparidad de los vocabularios, por lo general un mismo escritor no varía tanto en su uso de ciertas palabras. Sin tener en cuenta el tema tratado o la forma literaria, por lo general el mismo autor usa u omite palabras semejantes en una forma inconsciente. Cuando dos libros difieren tanto como el Evangelio de Juan y el Apocalipsis en el uso de estas palabras, podría parecer difícil al principio creer que son del mismo autor.

Pero este hecho no significa necesariamente de por sí que Juan no sea el autor de ambas obras. Las circunstancias en las cuales parecen haber sido escritos los dos libros pueden explicar razonablemente dichas diferencias. Juan declara en el Apocalipsis que recibió sus visiones mientras "estaba en la isla llamada Patmos, por causa de la palabra de Dios y el testimonio de Jesucristo" (cap. 1: 9). En el exilio, Juan sin duda se vio obligado a valerse de su propia capacidad lingüística para la redacción del Apocalipsis, y por esto no debe sorprenderse que el lenguaje de este libro no sea siempre puro, en donde a veces se translucen semitismos a través del griego, y que el autor no estuviese siempre muy seguro de su gramática. Esta situación es muy normal considerando las circunstancias en las cuales Juan escribió el Apocalipsis. Además, las visiones eran evidentemente registradas a medida que las escenas pasaban vívidamente frente a los ojos del profeta (cap. 10: 4). Puede ser que Juan no hiciera a propósito una revisión para que no se debilitara la vivacidad de la acción.

Por otra parte, la tradición cristiana más antigua indica que el Evangelio fue escrito en condiciones completamente diferentes. En el Fragmento de Muratori, escrito en Roma probablemente alrededor de 170 d. C. -sólo pocas décadas después de que hubiera estado allí Policarpo, el discípulo de Juan- se afirma:

"El cuarto de los Evangelios es de Juan, uno de los discípulos. Cuando fue animado [a escribir] por los otros discípulos y obispos, les dijo: 'Ayunad conmigo los próximos tres días, y todo lo que se nos revele a cada uno de nosotros nos lo relataremos mutuamente'. Aquella noche le fue revelado a Andrés, uno de los apóstoles, que aunque todos debían revisarlo, Juan debía narrarlo todo en su propio nombre" (Texto latino en S. R Tregellos, ed., Canon Muratorianus, pp. 17-18).

Aunque es obvio que este relato tiene características fantásticas, como la presencia de Andrés y otros apóstoles con Juan cuando escribió el Evangelio, puede tener algo de verdad, cuando sugiere que Juan pudo haber recibido ayuda en la composición del Evangelio. En apoyo de esta hipótesis también está una declaración atribuida a Papías, que se conserva en un manuscrito del siglo X:

"Por lo tanto, es claro que este Evangelio fue escrito después del Apocalipsis, y fue entregado a las iglesias del Asia por Juan, estando aún en el cuerpo [vivo] como obispo de Hierápolis. Papías de nombre, un amado discípulo de Juan, que escribió este Evangelio que le fue dictado por Juan, lo refiere en su Exoterica, es decir, en los últimos cinco libros" (Texto latino en Wordsworth y White, Novum Testamentum... Latine, t. 1, pp. 490-491).

Aunque no puede asegurarse que los detalles de este relato sean exactos, estas dos declaraciones sugieren con cierta intensidad que en el siglo II se había extendido la idea de que Juan había redactado el Evangelio con la ayuda de otros. Apoyada por esta antigua tradición, la declaración al final del Evangelio: "Este es el discípulo que da testimonio de estas cosas, y escribió estas cosas; y sabemos que su testimonio es verdadero" (cap. 21: 24),parecería ser la certificación de los ayudantes de Juan para dar veracidad a su relato. Si esta manera de interpretar las pruebas es correcta, no es difícil explicar las diferencias lingüísticas y literarias que existen entre el Apocalipsis, escrito probablemente cuando Juan estaba solo en Patmos, y el Evangelio, escrito con la ayuda de uno o más de los creyentes en Efeso.

A las evidencias presentadas puede añadirse el hecho de que hay ciertos paralelos literarios notables entre el Apocalipsis y el Evangelio de Juan, que sugieren una misma paternidad literaria:

El Apocalipsis habla del "agua de la vida" (cap. 21: 6; 22: 17); y el Evangelio, de "agua viva" (cap. 4: 10; 7: 38). El Apocalipsis invita: "El que tiene sed, venga" (cap. 22: 17), y el Evangelio declara: "Si alguno tiene sed, venga" (cap. 7: 37).

Salvo en los lugares donde se hace referencia directa a los símbolos del AT, se nombra a Cristo como el Cordero únicamente en el Evangelio de Juan y en el Apocalipsis.

Por lo tanto, aunque pueden presentarse argumentos en contra de que Juan sea el autor del Apocalipsis, debe reconocerse que las pruebas a favor del punto de vista tradicional de que el autor del Apocalipsis fue el apóstol, son razonables y sólidas.