EL DIOS QUE YO CONOZCO

12.04. MATEO - Tema

El tema de cada uno de los cuatro Evangelios es la encarnación, la vida ejemplar, el ministerio público, la muerte vicaria, la resurrección y la ascensión de nuestro Señor y Salvador Jesucristo.

No fue por un accidente que los cuatro Evangelios llegaron a formar parte del sagrado canon del NT, pues cada uno de ellos hace una contribución propia a la narración evangélica.

La misión del Hijo de Dios en esta tierra era de tal magnitud que hubiera sido difícil, si no imposible, aun para los que estaban más íntimamente relacionados con Jesús, captar el significado de cada detalle de esa maravillosa vida.

A fin de que se preservara para las generaciones futuras un cuadro completo de la vida y del ministerio de Jesús, la Inspiración dirigió y capacitó a cuatro hombres para que se conservara el registro del relato evangélico, escrito quizá desde el punto de vista que a cada uno le interesaba personalmente.

Al escribir, cada uno de los cuatro evangelistas tenía un propósito claro. Cada uno omitió ciertos hechos mencionados por los otros y añadió detalles propios.

Es como si cuatro pintores hubieran pintado un retrato de Jesús, cada uno desde un ángulo diferente. En todos los casos, el tema es el mismo, pero el aspecto es diferente. En su conjunto, los cuatro retratos proporcionan un concepto más completo y perfecto de Jesús de lo que podría hacer un cuadro solo. El retrato así formado por los cuatro evangelistas nos permite contemplar la vida de Cristo en su verdadera perspectiva. Todo lo que necesitamos conocer acerca del Salvador ha sido revelado.

Guiado por la Inspiración, cada evangelista escogió los hechos que mejor se avenían a su propósito, y los ordenó de acuerdo con el punto de vista que eligió. De este modo, algunas veces omitió cosas narradas por los otros, por lo que resulta a veces difícil correlacionar las diversas partes del relato evangélico y asignar a cada una su lugar adecuado en la secuencia de los sucesos.

Cada uno de los cuatro evangelistas presenta a Jesús ante sus lectores de una manera característica, según los propósitos de su propio relato evangélico. Tanto Mateo como Lucas lo presentan haciendo resaltar su papel como Hijo del hombre; Marcos y Juan recalcan su verdadera divinidad y lo destacan como el Hijo de Dios.

Mateo presenta a Jesús como hijo de Abrahán, como judío, Aquel que había venido en cumplimiento de las promesas hechas a los padres. Lucas lo señala como hijo de Adán (Luc. 3:38), y por ende como Salvador de toda la humanidad. Dando por sentada su divinidad, Marcos sencillamente declara que es Hijo de Dios (Mar. 1:1). Juan afirma que la verdadera humanidad de Jesús (Juan 1:14) de ningún modo disminuye el hecho de que es divino en el sentido absoluto de la palabra (Juan 1:1-3).

Una característica distintiva del Evangelio de Mateo es su registro íntegro de los sermones y de los otros discursos del Salvador. Presenta a Cristo como el gran Maestro.

Su Evangelio contiene seis grandes discursos, registrados ampliamente. En los otros Evangelios aparecen en forma breve o no están registrados. Son los siguientes:

(1) el Sermón del Monte, cap. 5-7;

(2) el discurso sobre el discipulado, cap. 10;

(3) el sermón junto al mar, enteramentecompuesto de parábolas, cap. 13;

(4) el discurso sobre la humildad y lasrelaciones humanas, cap. 18;

(5) el discurso sobre la hipocresía, cap. 23;

(6) el discurso sobre el regreso de Cristo, cap. 24-25.

Una segunda característica importante atañe a aquellos aspectos del Evangelio que revelan claramente el tipo de público al cual se dirigía Mateo. Ese público parece haber estado compuesto mayormente de judíos cristianos y de judíos incrédulos. Su propósito evidente era convertir a estos últimos a la fe en Jesús como el Mesías de la profecía, y confirmar la fe de los primeros.

Más que todos los otros escritores evangélicos juntos, Mateo presenta a Jesús como Aquel a quien anticipaban los símbolos del AT y en quien hallaron su cumplimiento. Presenta a Jesús como el que vino no para abolir "la ley", sino para cumplirla (cap. 5:17); como hijo de Abrahán e hijo de David, el padre de la nación y su más ilustre rey, respectivamente.

El falso concepto que los judíos tenían de la persona del Mesías y de la naturaleza de su reino, los llevó a rechazar a Jesús. El Mesías de sus sueños era un gran rey que conduciría la nación a la independencia y a la supremacía mundial. Pero no concebían a su Mesías como Rey de justicia, como Aquel que los llevaría a vencer el pecado en sus propias vidas y a lograr la verdadera libertad espiritual.

Los judíos no podían reconciliar los pasajes del AT que describían a un Mesías sufriente con los otros que predecían su glorioso reinado. Como resultado, no tomaban en cuenta los primeros y hacían una aplicación errónea de los últimos. Para los judíos, estos pasajes contradictorios constituían una paradoja insoluble. Buscaban exclusivamente el reino glorioso del Mesías, y no encontraban lugar en sus planes para el reino de la gracia del Mesías, el requisito previo necesario para alcanzar el reino de gloria.

Mateo parece haber tenido el propósito de resolver este dilema y mostrar que el Mesías vencedor también era un Mesías sufriente. Resuelve este problema mostrando que Jesús era en verdad rey de Israel y la "Simiente" prometida a David, pero que a la vez era un Mesías sufriente.

Otro hecho importante que debe recordarse al estudiar el libro de Mateo es que este Evangelio esencialmente presenta la vida de Cristo en un orden lógico, ordenado por temas, y no cronológicamente. Es verdad que hay cierta secuencia cronológica dentro de la ubicación de las fases principales de la vida y del ministerio de Jesús. Pero la secuencia de los acontecimientos dentro de un período dado no necesariamente sigue el verdadero orden cronológico.

En realidad, Mateo se aparta de la estricta secuencia cronológica más que ningún otro escritor evangélico, puesto que su meta principal es la de desarrollar un concepto específico en cuanto a la vida y la misión de Jesús que contribuya a lograr el propósito primordial que lo movió a escribir. No es el cronista que registra todos los acontecimientos a medida que ocurren, sino el historiador que reflexiona sobre el significado de estos acontecimientos teniendo como telón de fondo la historia de la nación escogida.