EL DIOS QUE YO CONOZCO

11.03. El Concilio de Trento (1545-1564) etableció por decreto un canon de las Escrituras obligatorio para todos los miembros de la Iglesia Católica

Los libros apócrifos del Nuevo Testamento fueron rechazados antes y más resueltamente en la iglesia de Occidente que entre los cristianos del Oriente.

Alrededor del año 200 d. C. había en el Occidente una clara definición respecto a los libros cuyo origen apostólico era cuestionable, como lo demuestran Tertuliano y el Fragmento Muratoriano, si bien algunos de esos mismos libros eran usados sin escrúpulos por Clemente de Alejandría.

Los libros apócrifos todavía eran parte de la literatura de la iglesia de Oriente en los siglos III y IV, como lo testifican las obras de Orígenes y de Eusebio.

En ese tiempo dichos libros eran rechazados unánimemente por los padres de la iglesia latina; sin embargo, manuscritos bíblicos posteriores revelan que en algunos círculos continuaron usándose libros apócrifos hasta la Edad Media.

Se sabe que 20 de esos manuscritos contienen una traducción latina del Pastor de Hermas, y más de 100 tienen la así llamada Epístola de Pablo a los Laodicenses.

Es un hecho notable que ninguno de los concilios ecuménicos de la iglesia de los primeros siglos trató de fijar el canon.

El primer concilio ecuménico (reconocido sólo por la Iglesia Católica) que trató del canon fue el Concilio de Trento (1545-1564), el cual estableció por decreto, por primera vez, un canon de las Escrituras obligatorio para todos los miembros de la Iglesia Católica.

Aunque, como ya se mencionó, concilios anteriores habían tratado del canon, esos concilios no eran ecuménicos y, sólo tenían jurisdicción sobre ciertos distritos eclesiásticos.